Armas Divinas

 

vimana

 

Astra es una palabra de origen sánscrito, cuyo significado es el de arma, pero no de un arma cualquiera, sino “arma de misiles”.

El sánscrito era la lengua que empleaban los dioses de la antigüedad, aquellos que colonizaron nuestro mundo y que nos crearon a partir del Homo Erectus, convirtiéndonos en el Homo Sapiens y adelantando nuestra evolución en millones de años.

En la zona del Indo es donde se establecieron principalmente estos dioses, aunque se extendían más allá de esa área.

¿Cómo se habla de misiles en esa época?. ¿No son los misiles un arma de nuestros tiempos?.

Podríamos pensar que cuando se hablaba de misiles se referían a armas con forma de flecha, o lanzas, pero cuando se leen los relatos que describen esas armas y su uso, descubrimos con asombro que son armas terribles, capaces de acabar con pueblos y ciudades enteras, arrasándolas y aniquilando a sus habitantes.

Había armas que podían arrasar el Universo entero, según se dice y que por tanto su uso estaba prohibido.

Es curioso ver cómo tenían misiles que, al igual que los de ahora, seguían el rastro de calor de las aeronaves antiguas, o seguían el movimiento o el sonido, lo que hacen exactamente igual nuestras modernas armas. Un ejército entero podía ser fulminado en cuestión de segundos.

 

Otras armas, por la descripción de su uso y los efectos que producían nos dan que pensar que se trataba de armas nucleares, que arrasaban una amplia área y dejaban la zona, además de arrasada, contaminada por la radiactividad.

Se sabe que era radiactividad lo que quedaba porque la descripción de la forma de morir y por las lesiones de los pocos supervivientes coinciden con el empleo de bombas atómicas en nuestros tiempos.

Un ejemplo claro de esto lo tenemos en la destrucción de Mohenho Haro.

Pasaron los años, y los dioses abandonaron nuestro planeta, y la humanidad vivió en condiciones mucho más primitivas, en la forma en que nos narran nuestros libros de historia.

Llegados a los tiempos actuales, a unos años antes de la Primera y sobre todo de la Segunda Conflagración Mundial, vemos el resurgir de estas armas como si fuesen inventos de los científicos de nuestros tiempos. Pero la coincidencia de las armas nuestras con las armas de los dioses, hace que todo este asunto (en otros campos también), sea cosa sospechosa de ser una “reinvención” o puesta en marcha de algo que llegó a nuestras manos a través de tortuosos caminos.

No todas las armas de los dioses están en nuestras manos, evidentemente, pues las había que tenían unas características terribles, como armas climáticas, capaz de modificar los climas y provocar espantosas catástrofes, y aunque hay rumores insistentes de que las armas climáticas ya se están empezando a utilizar o a fabricar, aún podemos considerar que todo está en pañales.

Las Escrituras Sagradas del hinduismo hablan, también, de una “espada de luz”, una espada tan fina como una pluma, y que en lugar de una hoja metálica proyectaba un haz de plasma. Eran muy similares a las que ahora vemos a través de la Ciencia-Ficción.  Se están haciendo trabajos y experimentos para mejorar lo que se ha conseguido hoy en ese campo, por lo que la espada de luz parece ser una realidad ahora, en estos tiempos actuales..

¿Obedece todo lo que en armamento se está consiguiendo a un plan malvado?. ¿Se dieron durante la Segunda Guerra Mundial conocimientos muy peligrosos en este campo, que hoy día, finalizada la guerra se siguen desarrollando para ser utilizadas contra los enemigos de las potencias que lo están haciendo?.

Todo parece indicar que sí. Da la impresión de que alguien está interesado en poner en manos de los que antaño fuimos sus esclavos las terribles armas de nuestros antiguos dioses.

Pero no sólo de esas armas se tiene conocimiento. Parece que, ocultos y tal vez olvidados por quienes los instalaron, hay lugares donde muy posiblemente se hallan sistemas completos de armas, sistemas de defensa que fueron colocadas en esos lugares y no fueron retiradas, sino que siguen ahí y se activan de vez en cuando.

Las gentes que viven cerca de esos lugares no se atreven a ir allí, y advierten a los que lo quieren intentar que corren el peligro de morir por hacerlo.

Uno de estos lugares se haya en Otorten, (Rusia), y ese nombre significa “NO VAYAS ALLI”.

En el año 1959 sucedió algo muy extraño, que aún hoy día constituye un misterio sin resolver.

Una expedición de excursionistas rusos partió de Vizhai, ciudad creada por unos alpinistas y que se utiliza como lugar de salida de expediciones a la zona, como es el caso que nos ocupa.

 

Vizhai

Vizhai

Los nueve excursionistas rusos se propusieron escalar el pico Otorten, pero les fue imposible hacerlo debido a las desastrosas condiciones climatológicas, así que descansaron en Jolat Siail y en la madrugada del 1 de enero algo pasó, que fue la causa de una tragedia. Algo terrorífico, a juzgar por el pánico que causó entre los nueve excursionistas. Algo indefinido, algo horroroso les atacó cuando estaban descansando en sus tiendas.

Despavoridos, huyeron de sus tiendas de campaña, y cinco de ellos aparecieron muertos días después y en el mes de mayo aparecieron los cadáveres de los otros cuatro.

Lo extraño del caso es que las tiendas de campaña de estos exploradores estaban rajadas desde dentro hacia fuera. Habían salido presas del pánico  e incluso no tomaron ropa de abrigo, y alguno iba descalzo.

Las ropas tenían u,na alta radiactividad, estaban mutilados y habían envejecido extrañamente. Tenían lesiones internas y la piel aparecía de color anaranjado y el pelo blanco.

Lugareños dijeron haber avistado en esa fecha unas bolas o esferas de color anaranjado sobrevolando la zona. Ese color anaranjado de las esferas luminosas, ¿está relacionado con el color anaranjado de la piel de los fallecidos?.

Sólo hubo un superviviente de la expedición, llamado Yun Yudin, que se tuvo que quedar en Vizhai, por encontrarse enfermo y con molestias en la espalda.

¿Qué o quién les atacó y acabó con sus vidas?. ¿Por qué envejecieron de repente y se les produjo esas extrañas lesiones?. ¿Y la radiactividad descubierta en los cuerpos y en sus ropas?. ¿Cuál fue la causa de esa radiación?.

Hasta el momento nadie ha conseguido resolver el misterio.

Se trató de hacer creer, por parte de las autoridades rusas, que la muerte de las nueve víctimas se produjo por hipotermia, pero el responsable de la investigación se negó a firmar el informe que así describía esas muertes y se retiró de la investigación.

El informe del ejército ruso concluye diciendo que las muertes se produjeron por “causa mayor” y debido a  “fuerzas desconocidas”.

Durante tres años prohibieron adentrase en la zona. Los cadáveres de los nueve excursionistas fueron enterrados en ataúdes de cinc.

¿Es Otorten uno de los lugares donde podría hallarse algún sistema defensivo que se quedó en la zona desde la antigüedad y que por causas que ignoramos se activa de cuando en cuando?. Tal vez con el tiempo se descubra algo en ese sentido, aunque si se descubre oficialmente, es de suponer que se ocultará a la opinión pública.

No es éste el único lugar de Rusia donde suceden cosas cuyo misterio permanece y que tienen todas las trazas de permanecer en ese misterio para siempre.

Además del anteriormente reseñado, tenemos otro lugar extraño, también en Rusia, en Siberia, en un lugar llamado Yakutia, donde en el lugar denominado, (¿cómo no?) el “VALLE DE LA MUERTE” suceden cosas extrañas. A este lugar, los lugareños no van jamás, pues están convencidos de que quien va allí no regresará nunca.

¿Qué hay en esa zona?. Pues algo que las gentes y los investigadores han dado en llamar “calderos”, por su forma, que semeja objetos de ese tipo.

Son los calderos unas estructuras metálicas, de 6 á 9 metros de diámetro, con forma de cuencos. Irradian algo que afecta a la piel y que produce la caída del pelo de quienes son sometidos a esa radiación, así como fiebre, vómitos. mareos, problemas en la piel, etc. Tal y como indicaban las leyendas.

Los indígenas y algunos exploradores creen que el “Suceso de Tunguska” tuvo que ver con los artefactos enterrados en el permafrost de la zona.

Estos lugares malditos no son la vivienda de los diablos, como la imaginación popular dice, sino los lugares donde se hallan estos sistemas de defensa.

¿Qué decir de otro lugar misterioso, llamado Mohenjo Daro?.

Las ruinas de esta ciudad que existió en Pakistán hace cuatro mil años, muestran restos claros de una explosión nuclear que destruyó a la ciudad y exterminó a sus habitantes.

¿Quién utilizaba armas nucleares en la Antigüedad?. He ahí el gran dilema.

Los arqueólogos e historiadores no saben qué sucedió, aunque algunos se aventuran a decir que hubo una explosión nuclear por causas naturales. Sin embargo las Escrituras Sagradas de aquellos tiempos nos describen a los dioses empleando este tipo de armas.

Se dice en el Mahabharata que 30.000 de sus habitantes fueron advertidos de lo que iba a suceder y se les concedió una semana para salir y ponerse a salvo. Sin embargo, 77 esqueletos humanos parecen indicar que no todos decidieron marcharse. Este aviso para que se marcharan de la ciudad va en contra de la hipótesis de una explosión por causas naturales.

El Mahabharata lo describe así:

 

“Humo blanco caliente, que era mil veces más brillante que el sol, subió con un brillo infinito y redujo la ciudad a cenizas. Las aguas hervían…caballos y carros de guerra fueron quemados por los miles…los cadáveres de los caídos fueron mutilados por el terrible calor de manera que ya no parecían seres humanos”.

 

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“……Un solo proyectil, cargado con toda la potencia del universo. Una columna incandescente de humo y llamas, tan brillante como diez mil soles, se alzó en todo su esplendor. Era un arma desconocida, un rayo de hierro, un gigantesco mensajero de la muerte que redujo a cenizas las razas de los Vrishnis y Andakas, los enemigos contra quienes se utilizó. Los cadáveres estaban tan quemados que resultaban irreconocibles. Sus cabellos y uñas desaparecieron; jarros y objetos de greda quedaron destrozados, sin motivo aparente, y los pájaros se volvieron blancos. Al cabo de pocas horas, todos los comestibles estaban infectados. Los soldados se lanzaron a los arroyos y trataron de lavar sus cuerpos y todo su equipo……”.

 

Los dioses se fueron de nuestro planeta, pero curiosamente, nosotros, su obra, comenzamos con los años a desarrollar armas similares, sino idénticas, a las de nuestros señores.

Sorprendentes todas estas armas. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, la explosión de las bombas nucleares de Hiroshima y Nagasaki, nos dejan boquiabiertos al ver que los dioses parecen haber vuelto.

Tal vez los nazis encontraron en sus expediciones de la Aneherbe  a Oriente, escrituras donde se detallaban aparatos aéreos y armas terribles, que han ido desarrollándose a partir de la Operación Paper Clip.

¿Qué más queda por sacar a la luz?. ¿Con que proyectos se está trabajando en la actualidad?.

 

“Palabras del señor Enki, primogénito de Anu, que reina en Nibiru.

Con pesar en el espíritu, profiero los lamentos; lamentos amargos que llenan mi corazón. Cuán desolada está la tierra, sus gentes entregadas al Viento Maligno, sus establos abandonados, sus rediles vacíos. Cuán desoladas están las ciudades, sus gentes amontonadas como cadáveres yertos, afligidas por el Viento Maligno. Cuán desolados están los campos, marchita la vegetación, alcanzada por el Viento Maligno. Cuán desolados están los ríos, ya nada vive en ellos, aguas puras y centelleantes convertidas en veneno. De sus gentes de negra cabeza, Sumer está vacía, se ha ido toda vida; de sus vacas y sus ovejas, Sumer está vacía, callado quedó el murmullo de la leche batida.

En sus gloriosas ciudades, sólo ulula el viento; la muerte es el único olor. Los templos, cuyas cúspides alcanzaban el cielo, por sus dioses han sido abandonados. No hay dominio de señorío ni de realeza; cetro y tiara han desaparecido. En las riberas de los dos grandes ríos, en otro tiempo exuberantes y llenos de vida, sólo crecen las malas hierbas. Nadie recorre sus calzadas, nadie busca los caminos; la floreciente Sumer es como un desierto abandonado. ¡Cuán desolada está la tierra, hogar de dioses y hombres!”.  (Del Libro Perdido de ENKI)

 

Por Angel Rodríguez Alvarez

 

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