Bochica, el dios blanco de los Muiscas

Bochica3Con distintos nombres y características menos definidas, podemos encontrar al dios blanco y barbudo en casi todas las regiones de Centroamérica.

Condoy sale de una cueva entre los zoques de la costa, al pie de las sierras de Chiapas. En Guatemala, los quichés lo llaman Gucumatz – traducción de Kukulkán – e Ixbalanqué.

Las tradiciones de los cunas, de Panamá, lo mencionan, pero sin nombre. Tal vez se trate de una mera asimilación por contacto. Pues si es lógico que Itzamná o Quetzalcóatl haya, desde el Yucatán, recorrido Chiapas y hasta Guatemala, regiones de población maya, parece improbable que haya viajado más al Sur.

En cuanto a Quetzalcóatl, sabemos que se quedó sólo pocos años en Centroamérica y pronto volvió al Anáhuac.

De cualquier modo, no fue por el Istmo que Quetzalcóatl – y tal vez, anteriormente, Itzamná, sobre quien, por másantiguo, estamos mucho peor informados – alcanzó América del Sur donde lo encontramos en las tradiciones de los muiscas o chibchas, con los nombres de Bochica, Zuhé (o Sua, o Zué) y Nemterequetaba, y también con el apodo de Chimizapagua, palabra que parece significar Mensajero del Sol.

Pues Bochica entró en la actual Colombia por Pasca, después de haber cruzado los llanos de Venezuela, donde encontramos su recuerdo, como en muchas tribus tupi-guaraníes, hasta el Paraguay, con los nombres de Zumé, Tsuma, Temú y Turné; pero nada más que su recuerdo, lo cual no deja, con todo, de plantear un problema, pues parece difícil que se haya producido una difusión por simple contacto a través de la selva amazónica.

Bochica era un hombre de raza blanca, con abundante cabellera, larga barba y vestido flotante, conforme a bochicalasdescripciones anteriores. Encontró a los muiscas en un casi competo estado salvaje.

Los agrupó en pueblos y les dio leyes. Cerca de la aldea de Coto, los indios veneraban una colina desde la cual el civilizador predicaba a las muchedumbres reunidas en su base.

¿A dónde se fue Bochica?

Las tradiciones son vagas y contradictorias al respecto.

Tenemos motivos para suponer, sin embargo, que embarcó con su gente en el Pacífico, pues vemos a los blancos barbudos llegar, en canoas “de piel de lobo” (o sea en barcos semejantes a los grandes umiaks de los esquimales o a los curachs irlandeses), a la costa del actual Ecuador.

Como lo habían hecho al desembarcar en el Golfo de México y como lo harán en el Perú, y verosímilmente por las mismas razones climáticas, abandonan rápidamente la zona tórrida y se instalan en la meseta andina, donde fundan el reino de Kara – o de Quito – que más tarde los incas anexarán a su imperio. No sabemos nada de sus actividades.

Sólo nos queda el título que ostentaban sus reyes: se hacían llamar Sciri – o Scyri

 

bochica2

 

La leyenda de Bochica

El mito cuenta que en los tiempos remotos cuando todavía la Luna no acompañaba a la Tierra en la meseta colombiana vivía el pueblo Chibcha. Vivían en una tierra pródiga que sin mucho esfuerzo daba dos cosechas al año. Los Chibchas se desarrollaron muy rápido y pronto olvidaron de sus dioses. Dejaron de trabajar, peleaban mucho entre sí y solo se ocupaban de los placeres. En esta situación, Chia, la diosa de la noche, pidió un fuerte castigo para ellos, pero Suá, el Sol y Bachué, la Naturaleza, decidieron darles otra oportunidad. Soplaron sobre la Tierra y engendraron una parte de su deidad en el vientre de una mujer pura y hermosa, esposa de un artesano. De este soplo divino nació un niño al que llamaron Bochica, hijo del Cielo.

Bochica creció como un dios civilizador de los indígenas, muy parecido al dios peruano Manco-Capac y el mejicano Quetzalcoatl. Les enseñó a los indígenas a sembrar, a fabricar casas, a tejer en algodón y el fique, a cocer el barro y hacer ollas, a construir redes para coger los peces en los lagos y en los ríos, a fabricar arcos y flechas para cazar en los bosques, les dio el calendario, códigos de respeto, de convivencia y les enseñó a amar los dioses.

Cuando el pueblo empezó a vivir tranquilo, Bochica desapareció. Pero no había pasado mucho tiempo, cuando losbochica1 Chibchas volvieron a sus malas costumbres. Para castigarlos los dioses enviaron una sequía tremenda y luego una inundación. Cuando las aguas bajaron, los pocos sobrevivientes vieron llegar entre la bruma que se levantaba al amanecer, un anciano de larga barba que caminaba ayudándose con un bastón.

Bochica otra vez se ocupó de su amado pueblo. Le regalo el fuego que secó sus ropas, que cocinó sus alimentos,
que les calentó en las noches y se quedó con ellos. Cuando sintió que se le acercaba la muerte, se escondió en la montaña.

Después de la muerte del dios ocurrió algo increíble. El monte empezó a emanar un brillo profundo como el fuego que Bochica había entregado a sus hombres después del diluvio. Las piedras brillaban, pero no de color rojo, sino verde como la selva y como el agua de la laguna. Este era el alma de Bochica y su tumba se había transformado en un inmenso depósito de esmeraldas.

Esta es la historia del Bochica, un anciano de barba larga y blanca, de piel blanca y ojos azules, envuelto en una manta grande que lo cubría hasta los pies y con una varita de oro en la mano que sacrificó su vida para darles lo mejor a su amado pueblo Chibcha y para quedarse en su memoria para siempre.

 

Fuentes: http://www.ewakulak.com/index2.php?option=com_content&do_pdf=1&id=184

http://veritas-boss.blogspot.com.es/2013/08/itzamna-y-kukulkan-los-dioses-blancos.html

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